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El alarmante aumento del número de personas asesinadas por la Policía Nacional en la República Dominicana ha generado serias preocupaciones sobre la legitimidad de muchas de estas muertes. De enero a octubre de 2024, 87 personas murieron como consecuencia de la violencia policial, un promedio de dos muertes por semana, en circunstancias que en muchos casos están lejos de comprenderse del todo.

Este fenómeno plantea profundos interrogantes sobre el comportamiento policial, el respeto de los derechos humanos y la eficacia de los mecanismos de control en el país.

Un patrón de crecimiento constante

El análisis de las cifras mensuales muestra una tendencia preocupante. Por ejemplo, en el mes de junio fueron asesinadas 16 personas, la cifra más alta del año, mientras que meses como mayo y abril también registraron un elevado número de muertes.

En contraste, febrero es el mes con menor número de casos, con tres muertes, lo que sugiere variaciones que podrían estar vinculadas a operativos específicos o picos de violencia en el país. Este aumento sostenido no sólo supera las cifras del año pasado, sino que también sugiere que 2024 podría ser uno de los años más mortíferos en términos de operaciones policiales.

¿Tiroteos o ejecuciones?

Lo preocupante es la constante referencia al “tiroteo” como explicación de las muertes de ciudadanos. Aunque en muchos casos se trata de personas que tienen antecedentes penales o son sospechosas de estar involucradas en delitos, este tipo de representación oficial suscita un escepticismo cada vez mayor.

El caso de Luis Antonio Martínez Peña, quien recibió nueve disparos de la policía, es un ejemplo que ha causado indignación. Según sus familiares, Martínez Peña no tenía antecedentes penales y trabajaba en las cocinas estatales.

Tal situación plantea dudas sobre la veracidad de los informes policiales y si las muertes realmente se produjeron durante los enfrentamientos o, por el contrario, podrían estar relacionadas con ejecuciones extrajudiciales.

Este no es un caso aislado. La muerte de “el Capó” o “42” durante una persecución automovilística en San Pedro de Macorís y la de dos jóvenes en Los Alcarrizos, también en circunstancias donde se produjeron tiroteos, indican un patrón de violencia letal en los operativos policiales. Además, la muerte de un ciudadano haitiano en Bávaro, que parece haber sido resultado de un malentendido con funcionarios de inmigración, añade un componente de xenofobia y uso excesivo de la fuerza que agrava aún más la situación.

La justificación de la violencia

El uso de fuerza letal por parte de las fuerzas del orden debería ser siempre el último recurso. Sin embargo, los datos sugieren que esta práctica se ha convertido en una respuesta común al crimen en la República Dominicana.

Aunque no se puede ignorar que muchos de los asesinados estaban involucrados en actividades delictivas, la regularidad con la que las autoridades utilizaron fuerza letal plantea serias dudas sobre las prácticas policiales.

Incluso en los casos en que los muertos tenían antecedentes de violencia o delitos graves, como el reo Maikol Deiby Ramírez, alias “Yembron”, quien murió mientras intentaba escapar en Azua, cabe preguntarse si la respuesta policial fue proporcional a la amenaza. posaron. La policía tiene el deber de salvar vidas siempre que sea posible y cuando los agentes no lo hacen sistemáticamente, surgen serias preocupaciones sobre el respeto de los derechos humanos.

¿Qué hay detrás de los números?

La creciente letalidad de las operaciones policiales en República Dominicana es un fenómeno complejo que requiere un análisis en profundidad. La falta de transparencia en muchos casos, así como la repetida justificación de los “intercambios de disparos”, han llevado a una creciente desconfianza pública hacia las versiones oficiales. Los familiares de las víctimas, como la de Martínez Peña, claman por justicia y exigen investigaciones imparciales para determinar si las muertes fueron justificadas o si se trataron más bien de abuso policial.

Es imperativo que las autoridades investiguen a fondo cada uno de estos casos. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no deben estar por encima del sistema judicial y cualquier uso indebido de la fuerza debe ser castigado. La falta de consecuencias claras de estos hechos no sólo perpetúa la impunidad, sino que también socava la confianza de los ciudadanos en las instituciones responsables de su protección.

Conclusión: un cambio urgente y necesario

La cifra de muertos de la Policía Nacional en 2024 es un síntoma de un problema más profundo: la urgente necesidad de reformar la aplicación de la ley en la República Dominicana. Más allá de las cifras, cada una de estas muertes representa una vida perdida, una familia destrozada y una sociedad que exige respuestas. Las autoridades deben priorizar la protección de la vida por encima de todo y garantizar que los funcionarios actúen de acuerdo con los principios de proporcionalidad y necesidad. Sólo así podremos empezar a restablecer la confianza en la institución policial.

Referencias

1. Diario gratis. (2024). Patrulla Letal: Muertes en presunto tiroteo en República Dominicana.

2. Observador de derechos humanos. (2023). Informe sobre el uso de la fuerza en América Latina.

3. Amnistía Internacional. (2024). Abuso policial en República Dominicana: un análisis de la violencia institucional.

4. Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). (2023). Uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad en América Latina.

5. Organización de las Naciones Unidas (ONU). (2023). Directrices sobre el uso de la fuerza por parte de agentes encargados de hacer cumplir la ley.