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En los últimos meses, las familias más vulnerables han sentido fuertemente el impacto de la inflación, mientras los precios de los productos de primera necesidad siguen aumentando. Según el informe del Banco Central, la inflación subyacente del año pasado se ubicó al cierre de agosto de 2024 en 4,05%, valor que, aunque dentro de los parámetros establecidos por la institución, deja una sensación de desesperanza que los deja sin poder cubrir sus necesidades básicas.

Uno de los puntos más críticos es el acceso a la canasta familiar, que se ha convertido en un verdadero desafío. El pollo fresco, un alimento importante en la dieta de muchas familias, ha aumentado de precio debido a factores climáticos como las altas temperaturas que han afectado la producción. Aunque se ha producido una ligera caída en algunos productos como los aguacates, las naranjas y los huevos, estos pequeños alivios no son suficientes para mitigar el impacto general.

La clase media y las clases más pobres están alzando la voz. El coste de los alimentos sigue siendo inasequible para muchos y la tarifa eléctrica, aunque regulada, sigue siendo una pesada carga. Este panorama se ve agravado por el aumento de servicios esenciales como la educación, donde la matrícula escolar y los libros han aumentado significativamente. Esto afecta directamente a las familias que, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pueden cubrir todos los gastos del hogar.

Curiosamente, otro grupo que experimenta un incremento importante en agosto es el de ocio y cultura, con un incremento del 3,73%. Estos incluyen servicios como loterías, paquetes turísticos y gimnasios, que son lujos inalcanzables para muchos en medio de la crisis. Si bien estos aumentos pueden parecer menos relevantes en comparación con los alimentos, muestran que el costo de vida en general continúa aumentando en todos los ámbitos.

El aumento del 2,10% en los costes de la educación, especialmente en las tasas de matrícula en escuelas y universidades privadas, pone a muchas familias en una situación difícil. La educación, que debería ser un derecho al alcance de todos, parece estar cada vez más fuera del alcance de quienes menos tienen, lo que genera una mayor desigualdad y limita las oportunidades de desarrollo.

El informe también muestra que si bien se ha subsidiado el combustible, otros sectores como el transporte y la salud continúan encareciendo, lo que pone en duda la capacidad de las familias para seguir haciendo frente a estos aumentos. A medida que también aumentan los costos de los servicios de salud, especialmente de medicamentos como los antihipertensivos, siguen aumentando las preocupaciones sobre el bienestar general de la población.

Aunque los datos oficiales sugieren que la inflación está bajo control, la realidad para el hombre común es diferente. Los precios siguen subiendo y el esfuerzo para llegar a fin de mes se vuelve cada vez más agotador. La clase media y los sectores más pobres están al borde del colapso, gritando fuerte y exigiendo soluciones urgentes para aliviar la creciente presión sobre sus economías.