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En este pasaje del Evangelio de Marcos, Jesús nos invita a pensar profundamente en lo que significa seguirlo, especialmente cuando experimentamos momentos de confusión o sufrimiento en nuestras vidas.
Cuando el hombre acude a Jesús con la pregunta más importante de todas: “¿Qué debo hacer para recibir la vida eterna?”, el Señor lo mira con amor. Este detalle es fundamental: Jesús mira siempre con amor a quienes buscan la verdad, a quienes anhelan algo más profundo que llene su corazón. Hoy, cuando os sentís perdidos, cuando el dolor o la incertidumbre os embargan, Jesús también os mira con el mismo amor infinito, dispuesto a conduciros por el verdadero camino.
El hombre afirma haber cumplido los mandamientos, pero Jesús le ofrece algo más: la libertad del desapego, una invitación a soltar lo que le ata, lo que le impide vivir plenamente el amor de Dios y del prójimo. “Vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme”. Este llamado de Jesús también se aplica a nosotros hoy. A veces sentimos que estamos luchando porque nos aferramos a cosas que creemos que nos mantendrán a salvo pero que en realidad nos esclavizan: miedo al futuro, preocupaciones materiales, heridas del pasado.
Jesús nos enseña que el verdadero consuelo y la libertad llegan cuando aprendemos a confiar en Él completamente** y a utilizar nuestra riqueza (no solo la material, sino también nuestros talentos, tiempo y amor) al servicio de los demás. No es un camino fácil, y lo reconoce: “Qué difícil es para quien confía en las riquezas entrar en el reino de Dios. Pero Jesús nos da una esperanza mayor: “Con Dios todo es posible”.
Si hoy te sientes cansado y abrumado por las circunstancias, recuerda que Dios tiene el poder de convertir lo aparentemente imposible en un milagro de vida. No es necesario que sepas todas las respuestas, solo debes abrir tu corazón y confiar en que Él puede obrar en ti.
Pedro dice en nombre de los discípulos: “Señor, ya ves que lo hemos abandonado todo para seguirte. Quizás te preguntes si alguna vez encontrarás la paz y el gozo que buscas en medio de las pruebas”. La promesa de Jesús es clara: quien deja todo por Él recibirá mucho más, no sólo en esta vida sino en la vida eterna. Esto no significa que no habrá dificultades – Jesús habla de “persecuciones” – pero sí significa que nunca estaremos solos. Dios multiplica lo que damos generosamente y nos lo da al ciento por uno.
Amiga, amiga, si hoy te sientes perdida, si no encuentras el sentido de tu vida ni el camino correcto, escucha esta invitación de Jesús: deja atrás lo que te ata, confía en el amor de Dios y sigue a Jesús. Él os promete una vida plena, no sólo más allá de esta existencia, sino también aquí, en medio de las dificultades. No estás solo, Él te acompaña y te ofrece un futuro lleno de esperanza.
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