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La propuesta de reforma constitucional presentada por el presidente Luis Abinader, particularmente la reducción del número de diputados, ha desatado un debate profundo y legítimo en la sociedad dominicana. Muchos sectores creen que esta iniciativa no responde a las necesidades reales del país y, en lugar de representar un avance hacia una democracia más moderna y eficiente, podría representar un retroceso de al menos 20 años en términos de representación y participación política.

En un contexto donde la democracia participativa y la representación justa son piedras angulares del siglo XXI, la medida de reducir el número de representantes no parece acorde con las necesidades actuales de la población. En un país tan diverso geográfica, social y económicamente como el nuestro, una reducción de escaños podría debilitar la voz de provincias más pequeñas o menos influyentes y afectar su audiencia en el Congreso. En lugar de mejorar la eficiencia legislativa, esto podría conducir a un desequilibrio en la representación democrática.

Asimismo, es importante señalar que esta propuesta parece alejada de las verdaderas prioridades que enfrenta la nación, tales como: B. mejorar los servicios públicos, combatir la corrupción y crear oportunidades económicas para todos los dominicanos. En lugar de centrarse en reformas que fortalezcan las instituciones y promuevan el desarrollo de una democracia más inclusiva, esta reforma podría limitar la participación y reducir la pluralidad en el Congreso, elementos esenciales para la transición hacia una política más representativa y acorde con los tiempos.

En conclusión, las prisas del presidente Abinader por avanzar en esta reforma constitucional no satisfacen las necesidades reales del pueblo dominicano. En lugar de catapultarnos hacia el futuro, tales medidas podrían retrasar el progreso democrático y limitar la capacidad del país para evolucionar para satisfacer las necesidades y desafíos del siglo XXI.