De Juan Manuel García

El “gobierno en la sombra” está intentando pescar en mares revueltos. Ningún aporte, porque la oposición carece de la columna vertebral que debería reflejarse en la pareja siempre dividida Danilo Medina y Leonel Fernández, autores de la inexistencia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Sin embargo, si existe la austeridad y la paz que muestra la voluntad del presidente Luis Abinader de enfrentar el ambiente demoníaco que alimenta el deshilachado mundo de la política interna, respecto del cumplimiento obligatorio de un mandato legal y constitucional de años de introducir una ley de reforma tributaria. ¿Quién no querría que el propio Abinader determinara el rumbo de todo este embrollo? Y así parece.

Juan Manuel García
periodista

Porque la paz es el mejor ambiente para resolver todos los problemas.

Abinader concentra su silencio y compostura en llevar adelante el proceso de reformas ahora con el invento nominal de sus “estrategas” llamado “modernización financiera”. El presidente Abinader asegura que el país saldrá mejor de este proceso. Tal como debería ser.

Esta reforma tiene como objetivo recaudar fondos para que el Estado pueda cumplir con sus obligaciones con el país con menos esfuerzo. Todos coinciden en la necesidad de una reforma y así quedó plasmada en la Estrategia Nacional de Desarrollo, Ley 1-12, promulgada el 25 de enero de 2012.

Con el Decreto 134-14 del 9 de abril de 2014, que constaba de nada menos que 206 páginas, el entonces Presidente de la República Danilo Medina reglamentó todo para hacer cumplir esta ley.

En esta ley actual, en la que Abinader presenta su compostura como una obligación inevitable que no es de su propia invención, se identifican la reforma educativa, la reforma eléctrica y la reforma tributaria como los tres ámbitos en los que se requieren los obligatorios pactos políticos, económicos y social .

Aquí existe el compromiso de todas las partes interesadas de promover una reforma tributaria integral, progresiva y transparente que facilite la financiación del desarrollo sostenible, a través de políticas y regulaciones cíclicas, así como sanciones para garantizar el cumplimiento.

Todo estaba ahí. Como en un refrigerador, en la Propuesta de Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030, que identifica los problemas prioritarios que deben resolverse, las líneas clave de acción necesarias para resolverlos y la secuencia de su implementación.

Esto es lo que Abinader, tranquilamente, motiva, un proceso de consulta y este debe, sí señor, concluir con una ley que ya se encuentra en trámite en el Congreso de la República. Pero nadie quiere la propuesta de los burócratas vestidos con sus ropas blancas kitsch y algunos otros con corbata. Encerrados en sus cámaras frigoríficas durante años.

“Nos tocó hacer esto con mucha responsabilidad. Nadie quiere hacer una reforma, nadie quiere hacerla, nos toca a nosotros y asumimos esa responsabilidad. “Saldremos bien de esta situación, la economía seguirá creciendo y seguiremos brindando asistencia social a quienes más la necesitan”, está convencido Abinader ante la abrumadora mayoría de los votantes.

La principal evasión fiscal en RD no es el Itbis ni el impuesto a las personas físicas, sino el impuesto a las empresas, donde las empresas reportan pérdidas por años consecutivos. Impuestos sobre ingresos brutos, cerveza, telecomunicaciones, ron, alcohol, bancos, habitaciones de hotel. Son ideas y sugerencias lanzadas al aire.

Y si se observa con curiosidad, muy poco o nada de esto se discutió en el foro, que estuvo integrado por 115 diputados quejosos, durante más de diez horas antes de que los diputados, dadas las circunstancias, se sentaran en el salón de la Asamblea Nacional, que fueron acusados ​​de agresión había prestado.

Fue el mismo escenario en el que la burocracia oficial del Tesoro responsable de la actual discrepancia intentó durante cuatro horas mantener un diálogo abierto para informar a los parlamentarios de lo que estaban haciendo.

Las protestas están lloviendo en todas las zonas.

Jochi Vicente, ministro de Hacienda (uno de los “popis” de Abinader, gritan en la calle), dice que llevan más de cinco años trabajando en la propuesta presentada, pero que nadie la quiere porque no la quiere para llegar. Están allí desde la precampaña de 2020 y realizan todos los análisis y presentaciones para todos los organismos internacionales. Dice que han dicho en qué y dónde invertirán los recursos que genere la “modernización” de las reformas obligatorias que manda la ley para alcanzar el 1,5 del Producto Interno Bruto (PIB). ¿Y para qué utilizarán los recursos: 20.000 nuevos agentes de policía, renovar 300 escuadrones de policía, construir 116 nuevos escuadrones de policía y miles de uniformes nuevos; Solución integral de transporte, solución de marejadas, provisión de atención primaria de salud (con once mil millones de pesos), dengue, provisión de los servicios básicos que necesita la población, seguridad de los ciudadanos, prevención de un mayor aumento del endeudamiento.

Todo el mundo sabe que estas son soluciones que la gente necesita en los hospitales y en las calles. En resumen, el déficit nacional alcanza el 3 por ciento, o 250 mil millones de pesos. Y eso hay que corregirlo.

Los estrategas del gobierno pueden estar satisfechos, aunque sólo sea parcialmente, con sus anuncios rojo-negro-azul sobre lo que llaman un “proyecto de modernización presupuestaria”. La gente corriente no lo veía como un proyecto, sino como si ya fuera una ley. Y no debería ser así. Pero es así. Y por eso se puso de moda la falsedad de la discusión.

Parece que el Gobierno de la República, especialmente lo que simplemente llamó “Ministerio de Hacienda”, la anunció como la “Ley de Modernización Tributaria” sin discusión abierta. Y sin añadir nada, quiso que todos comprendieran los motivos de la ley de modernización.

No me gustó nada. Y la gente se muestra reticente porque no sabe que así lo exige la ley aprobada hace más de diez años.

Pero ahora. Eso es agua pasada. Y bla, bla, bla.

Ahora le toca al presidente Luis Abinader actuar como extintor. Y dice que esto será posible mediante el consenso y el compromiso. “Es una obligación y una responsabilidad muy grande que recae sobre mí. Pero será posible cumplirlo”.