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Publicado por Redaccion Diario55 | opinión | Lunes 5 de octubre de 2020

Me encantó lo que dijo el Papa Francisco días atrás: “La crisis provocada por el coronavirus nos enfrenta a un doble camino: el que conduce al fortalecimiento del multilateralismo, como expresión de solidaridad basada en la justicia y el cumplimiento de la paz. . y de la unidad de la familia humana; y por otro lado, el que nos lleva a actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, y que separa a los más pobres de los más débiles. «

COVID-19 tendrá un fuerte impacto en las ideologías políticas en todo el mundo. Después del colapso de la Unión Soviética, leemos que, idealmente, el estado no intervino en los asuntos privados, ya que esto afectó el desarrollo y el bienestar de los pueblos.

Uno de los principales proponentes de esta tesis fue Francis Fukuyama con su libro «El fin de la historia y el último hombre». Este trabajo afectó a muchos de nuestra generación que soñaron, lucharon y anhelaron la justicia social y la mejor distribución de la riqueza.

En resumen, argumentó que después de la desaparición de la Guerra Fría, las ideologías ya no eran necesarias y que la economía las había reemplazado. Fukuyama argumentó que la evolución ideológica había terminado y que el triunfo del liberalismo era inevitable y para siempre. ¡El capitalismo se creía dueño del universo!

Recuerdo que cuando Juan Bosch se refirió al libro, dijo que su contenido no era verdadero y que lo rebatió con altura y profundidad de sabiduría. Por ejemplo, en América Latina había múltiples gobiernos de izquierda, y lo que pasó con COVID-19 son señales de que el famoso dominicano tenía razón. En el último caso, el «Laissez Faire, Laissez Passant» no logró hacer frente a la pandemia.

En el capitalismo que conocemos, el fuerte derrota al débil u olvida cuál es peor. Las grandes empresas solo piensan en sus beneficios. La salud y el bienestar de los demás ocupan el segundo y tercer lugar, lo que subraya que los ricos, no obstante, tendrán una preferencia miserable sobre los pobres.

La propiedad privada debe estar al servicio de la vida. Es por eso que aumentan las voces que piden una solución ilimitada a este virus cruel del que nadie escapa, especialmente con el acceso a la vacuna. Que el afán de lucro dé paso a la solidaridad. COVID-19 nos presentará nuevas ideologías y la historia continuará.



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