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Provincial- | opinión El | Viernes 31 de julio de 2020

Para la introducción

En octubre de 2014, el Dr. Frank Espino, un ginecólogo, se me acercó y me pidió que corrigiera el texto de una novela los días antes de que terminara de escribir, que quería publicar al mes siguiente con el título «El niño que vivió en la prisión». Después de la corrección, el médico con problemas, que proviene de Santiago de los Caballeros y es profesor de la carrera médica de la PUCMM, también me pidió que escribiera las palabras de la presentación del trabajo para su liberación, una acción que en realidad se realizó en la sala de eventos del Clínica de la Unión Médica del Norte, llamada Ciudad Corazón.

He cumplido ambos deseos con placer y satisfacción innegable. Sin embargo, debo confesar que el conocimiento que un médico había dedicado a la práctica artística de escribir una novela pronto llamó mi atención y despertó mi curiosidad.

¿Por qué razón?

Porque la historia muestra que los médicos escriben ensayos en lugar de obras de fantasía. Gracias a esta propuesta, vale la pena confirmar que he leído y / o consultado todas las historias literarias y antologías publicadas en la República Dominicana, con la excepción de algunos nombres como Francisco Henríquez y Carvajal Francisco Moscoso Puello, Mariano Lebrón Saviñón y el Salcedense Pedro Camilo, en el que la presencia de doctores creativos literarios (poetas, cuentos, escritores y dramaturgos) brilló y continuó brillando a través de su ausencia.

Tenga en cuenta que estos son médicos creativos que excluyen a los muchos que optaron por cultivar el estudio. En este género hay muchos profesionales médicos que tienen sus nombres con letras doradas en las páginas de la literatura dominicana: Juan Isidro Jiménez Grullón, Antonio Zaglul, Fernando Sánchez Martínez, Tirso Mejía Ricart, Santiago Castro Ventura, José de Jesús Jiménez Almonte, Arístides Fiallo Cabral , Rafael Díaz Niesse y César Mella. En el área de la ficción literaria, por otro lado, son otros expertos, especialmente abogados, maestros y periodistas, quienes llevan la voz del canto.

¿Por qué el ensayo y no las obras de la imaginación?

El médico se aleja más del arte a través de su entrenamiento y su oficio y se acerca a la ciencia o cualquier cosa que implique procedimientos científicos. La reflexión, el estudio y el análisis son las principales herramientas. En su práctica profesional, afirma lo exacto, lo preciso, lo demostrable y evita todo lo que implica presunción, apariencia, creencia e imaginación; Además, este especialista tiene que lidiar con el dolor, la sangre, la incomodidad, el llanto y la muerte a diario, variables que no parecen promover la relajación y el ambiente espiritual necesarios para el acto creativo.

El ensayo, que se basa en la reflexión y la meditación en lugar de la imaginación creativa, como es el caso de las novelas, está estrechamente relacionado con la práctica intelectual y el conocimiento científico, por lo que no debería parecer extraño el hecho de que esta sea la forma de expresión preferida para Los médicos están allí para comunicar sus conocimientos y creencias.

Sin embargo, es justo ver que, aunque no hay tantos o tan pocos como creía, hay muchos médicos que se han enfrentado a esta realidad socioespiritual dramática y a veces tensa en la que su profesión evoluciona y se crea tiene obras de innegable calidad. Obras en las que no hay reflexión ni meditación, tal como aparecen en el ensayo, pero en las que existe lo ficticio, lo imaginativo, lo estético o el «sensu stritu» sobre lo que nos dicen los preceptistas literarios. Para ilustrar esto, es suficiente nombrar solo algunos nombres de aquellos médicos que, después de completar su examen científico del paciente, se dedican a la práctica siempre emocionante y artística de la creación literaria:

FRANCISCO HENRÍQUEZ Y CARVAJAL

(Santo Domingo, 1859 – Santiago de Cuba, 2/6/1935). Ensayista, médico, abogado, profesor, político y esposo del famoso poeta Salomé Ureña. El padre de los respetados escritores Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña y el hermano del también poeta, maestro y escritor Federico Henríquez y Carvajal completaron sus estudios de medicina en 1887 y cinco años después, en 1891, recibió el título de doctor en medicina y cirugía en el Universidad de París, Francia, profesión a la que dedicó todo el día cuando regresó a su país. Como escritor, prefería cultivar el ensayo histórico. En el campo de la creación literaria, apenas conoce un poema con acento elegíaco titulado «Al Passing», que se publicó el 29 de mayo de 1897 en la revista Letters and Sciences en memoria de su esposa Salomé, el mes anterior. El profundo dolor o impacto emocional que este triste evento evoca en el alma del esposo y poeta que recientemente llegó a su país parece reflejarse con precisión en los versos finales de la composición:

«Hoy cuando regreso, peregrino, triste,

para detener mi planta en esta tierra

Busco en vano el encanto natural,

todo anuncia pena.

¡Tan pronto como! «¡Quién iba a creer!»

la calle; la casita solitaria;

el coro bullicioso ya no se puede escuchar,

Tampoco presiden la velada infantil.

Pero temo donde sea que te llame

y en la flor y en el mar y en las montañas

Encuentro un recuerdo que revive tu ser

y escucho tu voz que mueve mi alma! »»

Esta pieza poética podría considerarse la primera composición literaria que se sabe que fue escrita por un médico en la República Dominicana. A otro médico, Francisco Moscoso Puello, le llevó treinta y nueve años darnos un trabajo de ficción más largo, más complejo, más elaborado y de mayor calidad.

FRANCISCO EUGENIO MOSCOSO PUELLO

(Santo Domingo, 1885-1995). Escritor, ensayista, escritor, famoso biólogo, científico, educador y brillante cirujano. En 1910 recibió el título de doctor en medicina de la Universidad de Santo Domingo. En este centro de estudio, fue profesor de patología y fisiología. Es el primer médico en publicar novelas con la mayor consagración y abundancia en la literatura dominicana. Legó dos obras importantes a la bibliografía nacional: las novelas «Cañas y bueyes» (1936), la primera novela de un médico en nuestro país, y «Navarijo» (1956)

«Cañas y bueyes» es un retrato fiel de la triste realidad de los trabajadores de la industria azucarera dominicana, y «Navarijo» es una especie de novela autobiográfica que cuenta y describe en qué vecindario nació. Sus famosas «Cartas a Evelina» (1930) no carecen de valor creativo, una obra de cartas imaginarias a una dama imaginaria en la que el autor nos da una idea general de las debilidades ideológicas de los grupos gobernantes y económicamente poderosos de Die Zeit.

ANDREA EVANGELINA RODRIGUEZ PEROZO.

(Higüey, 1880 – San Pedro de Macorís, 1947). Poeta, narrador, ensayista y doctor en medicina. Nació en Higüey, pero cuando era una niña de seis años, vivía con sus abuelos en San Pedro de Macorís. En 1911 completó sus estudios de medicina y fue la primera mujer en recibir un título en esta área de conocimiento en la República Dominicana. El París, Francia, graduado en ginecología y obstetricia; Pero no solo eso, también fue la primera mujer en escribir y publicar obras literarias especializadas en esta especialidad en literatura dominicana. Algunas de sus historias y poemas estaban dispersos en revistas y periódicos dominicanos. En 1915 publicó su primer libro, un ensayo titulado «Granos de polen». Su colaboración fue publicada en la revista literaria «Fémina».

Después de regresar de la capital francesa, publicó el volumen con cuentos titulados «Le Guerisseur: Historia bíblico-filosófica china de la moral social» (1918). Escribió poemas como «Das Lied vom Wald», «Mein Lied» (1925). Su biógrafo Antonio Zaglul también señala que Rodríguez preparó el manuscrito de una novela titulada «Selene» en honor a su hija adoptiva, pero la destruyó en un ataque de ira.

JULIO DE WINDT LAVANDIER

(Samaná, 1893 – 1970). Poeta, profesor y excelente internista. Estudió en San Pedro de Macorís en la Escuela Superior Normal, donde recibió su licenciatura en física y ciencias y el título de maestro normal. Estudió en la Universidad de Santo Domingo, una institución donde se graduó en medicina y cirugía en 1921. Compartió su profesión de médico con la de profesor de literatura en la escuela normal de San Pedro de Macorís. Como profesor de gran inteligencia y amplia cultura, el Dr. De Windt no es solo un profesor de literatura, sino también un creador literario, especialmente en el género de la poesía.

Su colega Antonio Zaglul lo describe como un brillante sonetista. De su cosecha poética, publicó dos libros de versos ya agotados. Se dice de él que siempre estuvo acompañado de libros y dedicó interminables horas a la lectura, y que fue capaz de construir una cultura general sólida. Aunque escribió mucho debido a sus altas demandas sobre sí mismo, publicó muy poco. Murió en diciembre de 1970 en el país donde nació.

FRANZ MINIÑO MARIÓN – LANDAIS

(1922-1988). Fue un excelente médico, fundador de la Sociedad Dominicana de Urología y responsable del desarrollo de esta especialidad. En su papel de escritor, cultivó la historia, la poesía, los cuentos y el teatro. En este último género recibió el tercer lugar en los Premios Dramáticos patrocinados por Casa de Teatro (1983) con la pieza «Con los pies descalzos llenos de barro» y en 2008 primer lugar con la pieza «El aguilucho».

MARIANO LEBRÓN SAVIÑON

(Santo Domingo, 1922-2014). Poeta, escritor, ensayista, crítico, dramaturgo y pediatra dominicano. Fue uno de los fundadores del movimiento de Poesía Sorprendida cuando apenas tenía veintiún años. Dieciocho años (1984-2002) dirigió la Academia de Idiomas Dominicanas. Además de sus numerosos ensayos, publicó los versos «Cosmohombre» (1944), «Sonambulismo» (1944), «Tiempo en la Tierra» (1982), «Vuelta al ayer» (1997) y «Bajo la luz del Sueño» (2002 )) También las piezas «Mirtha Primavera» (1943) y «When Autumn Waters the Leaves» (1943). Según Pedro Henríquez, Ureña es uno de los grandes humanistas y uno de los autores representativos de la literatura dominicana del siglo XX.

ALTAGRACIA COISCOU GUZMÁN (gris)

(La Vega, 1941-2009). La poeta, ensayista y luchadora contra Trujillo es considerada la primera psiquiatra médica dominicana. Se graduó en medicina en la Universidad de Santo Domingo y estudió neuropsiquiatría en la universidad central de Madrid, España. Publicó los libros de poesía «Raíces» (1959), «Cartas a Masillón» (2000) y «Las gacelas y casidas del rubio» (2002). Militante del movimiento clandestino el 14 de junio, era una mujer de fina sensibilidad poética … 10 de septiembre de 2009.

HECTOR AMARANTE

(San Francisco de Macorís, 1944-2012). Narrador, ensayista, crítico literario, periodista y médico de profesión. Recibió un Bachillerato en Artes y un Doctor en Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, una institución donde luego fue profesor de literatura y lengua española. Fue una de las figuras más importantes del movimiento contextualita, liderado por el poeta Cayo Claudio Espinal. Amarante trabajó como médico en varios lugares de la República Dominicana, particularmente en Pimentel, donde formó parte del Grupo Literario Cibao. No solo era escritor, sino también narrador de historias. En 1981 ganó el Premio Nacional de Novela por su trabajo «Ritos». También publicó la novela «Kaluanri» y dos libros de cuentos: «Retratos» (1971) y «Uno más y yo no» (2005)

Una víctima de cáncer de colon murió el 12 de mayo de 2012 en su ciudad natal a la edad de sesenta y ocho años.

Sequel sigue …



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