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Publicado por Redaccion Diario55 | opinión | Lunes 26 de octubre de 2020

Me encanta el verbo “marcar” y me doy cuenta de que ha ganado importancia en los últimos días. En ese orden, sin embargo, dejaré claro que no me voy a referir a “Marca país”, un tema actual que se trata desde mil ángulos diferentes y donde las buenas intenciones se mezclan con ganancias, velocidad y talento que quizás no se estiren adecuadamente. .

Tú y yo etiquetamos más o menos a personas o fuimos etiquetados por ellos. A veces ocurre de manera inconsciente, por casualidad, espontánea o calculada. Somos una suma de marcas en mente, espíritu y cuerpo. Nos moldean o deforman. Y no siempre los notamos, hay huellas imperceptibles que determinan nuestro futuro, y quizás nunca sepamos de su existencia.

Las marcas parten desde el momento en que nacemos, en nuestras familias, en el colegio, en los amigos, en el barrio, en los rincones cotidianos y en espacios extraños. Así mismo, nuestras acciones marcan a los demás, para bien o para mal, depende en gran medida de nosotros. Una mirada malinterpretada, una sonrisa sincera, un saludo exuberante, una palabra de aliento, una expresión inapropiada, una simple afirmación de lo que estamos haciendo, un cálido abrazo, la chica que se negó a bailar con nosotros en la fiesta, preguntas. o respuestas sin explicación previa … Todo esto también puede marcar para siempre.

En tiempos de incertidumbre, en los que nos adaptamos constantemente a los protocolos de salud, marquemos en la medida de lo posible quién lo necesita, quién no tiene pan, quién tiene el alma sangrando y la esperanza marchita. Ayudemos un poco, ofrezcamos frases de solidaridad o gestos de amor que, para el vecino que lo necesite, ese detalle puede ser la diferencia entre la paz y el terror, o en el caso más trascendente, la vida y la muerte. .

Dejémonos también marcar, pero para ser mejores ciudadanos, para ser más útiles a los demás, para comportarnos como Dios manda en nuestro entorno, en nuestros hogares donde trabajamos. En definitiva, para que nos marquen adecuadamente, debemos evitar a los pesimistas que fomentan el odio, los intolerantes, los celosos, los egoístas del triunfo de los demás, los que no pueden amar, los que no aprecian la naturaleza por aquellos que no saben cómo servir a los demás. ¡Vamos a etiquetarnos y etiquetarnos, siempre para mejor, así es como ganamos a todos, incluida la sociedad!



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