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Provincial- | Editorial El | Viernes 17 julio 2020

El país fue sacudido por las notorias noticias de la partida de uno de nuestros artistas más famosos, que durante décadas sembró a toda la nación con alegría, cultura, gusto y ritmos diferentes.

Nuestro Víctor Víctor acaba de ir al infinito y sobre el sector social, las banderas políticas, los credos y cualquier otra faceta que separe a las personas, todos sentimos que algo que es muy querido para nosotros no estará allí.

Otra víctima mortal de esta enfermedad que está sacudiendo a nuestra nación y al mundo hoy. Otra vida valiosa que nos sucumbe y nos advierte que esto no es un juego, que las cosas son serias y peligrosas.

El arte y la cultura lloran, pero más allá de estas manifestaciones extraordinarias de personas y personas, la partida de Vitico crea emociones profundas e incluso conmoción.

Un hombre de Santiago de pura existencia para un Pepinero que, con su larga carrera como gran artista y en muchas ocasiones también como activista político, supo penetrar en nuestro país.

Sobre todo, un artista, un hombre de iluminación cultural, gracias humanas sobresalientes, un fácil productor de afecto, cercanía, las personas que todos los que lo trataron asociaron con sus eventos.

Pero ya es parte de las importantes reservas que dio esta ciudad, pasa a la inmortalidad, dejándonos en un momento de miedo, exagerado por su dolorosa ausencia física.

Pero algo nos consuela, Vitico se queda, su partida es solo física, su trabajo continúa, siempre continuará como parte de la herencia del arte y la cultura de esta ciudad que tuvo un hijo ejemplar.

Hasta siempre Víctor Víctor.



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